Parcoy y el Batolito de Pataz
La riqueza del Batolito de Pataz, en la región La Libertad, al norte del Perú, fue conocida y aprovechada en la época incaica. Incluso, los historiadores especulan que fue de sus vetas de donde los antiguos peruanos extrajeron parte del oro que luego sería entregado a los conquistadores españoles para pagar el rescate para la liberación del Inca Atahualpa (1532).La zona, abundante en minerales y oro de alta ley, resultó sumamente atractiva a los colonizadores, quienes se instalaron en los poblados de Baldibuyo, Pataz y Parcoy. Este último fue fundado en el siglo XVII, convirtiéndose en uno de los principales centros del explotación aurífera durante el Virreynato (1542-1821), aunque la zona de Potosí, al sur del país, y sus reservas de plata, fueron el gran bastión de la explotación minera española. De hecho, la abundancia del recurso demostró claramente la esencia minera del Perú. Se calcula que, durante el Virreynato se descubrió y trabajó cerca del 40% de los yacimientos que actualmente son explotados en el país. Un dato importante lo encontramos en las memorias del virrey Francisco Gil de Taboada, quien escribió que, entre 1790 y 1795, se hallaban en explotación 728 minas de plata, 69 de oro, 4 de mercurio, 12 de plomo y 4 de cobre.
Hacia inicios de le República (1821), decayó la explotación de las vetas del Batolito de Pataz, debido a que el oro contenido en las piritas frescas no podía recuperarse por amalgamación, técnica usada en ese tiempo. Recién en los primeros años del siglo XX, Mariano Tarnawiecki, radicado en Perú desde que emigró de Polonia, realizó una completa exploración de toda la provincia de Pataz, determinando diversas estructuras con contenido de oro e instalando, en 1918, con la firma inglesa Pataz & Parcoy Gold Syndicate Ltd., la primera planta de cianuración en la localidad de Retamas. Hasta el día de hoy, esta planta es un importante centro de tratamiento mineral que ahora es parte de CMH.
En 1934 se creó el Sindicato Minero Parcoy S.A., SIMPAR, que llegó a desarrollar la mina subterránea más grande del Perú, trabajando en una amplia zona del Batolito a través de las vetas Esperanza, Carlos Bernabé, Carmencita-Mishahuara, San Francisco, Encanto, Mishaencanto y Cabana (en la zona de Retamas) y Lastenia y Porvenir, en la zona alta del cerro El Gigante. Las labores de SIMPAR se prolongaron hasta 1960, año en el que la mina fue cerrada. Durante el tiempo que operó, explotó 1’200,000 TM de mineral, con una ley promedio de 10.84 gr. Au/Tm. En 1978, Rafael Navarro Grau y Jaime Bustos se asocian y adquieren SIMPAR, marcando el nacimiento de lo que es hoy el grupo CMH.